Aún quedan dos días de enero, así que antes de que el concepto “año nuevo” deje de serlo, completo mi lista de inspiraciones. Bocanadas de aire fresco para no sucumbir en el terremoto emocional por el que atraviesa el mundo y esta época.
Zátonyi decía que no era posible ver hacia dónde se dirigían los cambios cuando estábamos dentro de uno. Solo se pueden analizar y comprender mirando en retrospectiva. Así que, mientras tanto, habrá que saber sostenerse bien, como cuando nos subíamos al samba en el Italpark.
“Fe, esperanza y carnicería”, es el último libro de Nick Cave. Salió hace dos lunes y se trata de las transcripciones de 40 horas de diálogo con el periodista Seán O'Hagan.
Me gusta observar los caminos recorridos, me nutro del diálogo con otras narrativas. Las caídas y logros, las adversidades y superaciones al final son ficciones que se muestran como verdaderas para –trabajo mediante– devenir en literatura, cine, fotografía …
También creo que observar cómo trabajan y cómo piensan quienes no se dedican a lo mismo que una hace que el universo se abra hacia otras formas, hacia otras posibilidades. Nuestra mirada está relajada y alejada de la crítica (y autocrítica), podemos tomar lo que resuena y dejar apartado lo que no, sin complejos, ni comparaciones; en síntesis: sin la necesidad de darnos demasiados argumentos.
Ya en las primeras páginas dice algo con respecto al cambio que viene sucediendo en sus últimos discos que subrayé: “la encantadora incomodidad y los peligros que acarrea intentar algo nuevo.” Encantadora incomodidad, me pareció preciosamente cierta, casi que es un deber aprender a transitarla.
Me gusta su obra desde los días de los Bad Seeds, allá por los inicios de los oscuros e inspiradores 90s. Llegué a tener casi todos sus discos que luego regalé en alguna de mis mudanzas. Fui explorando y descubriendo otras facetas creativas que van más allá de su música. Así es como llegué a Y el asno vio al ángel un libro que, en una primera lectura, me volvió un poco loca y abandoné hasta que –por fin– pude con él y logró atraparme y conducirme a otros mundos tan oscuros como luminosos. Es posible que sea eso mismo lo que me conquista de toda su poética, el modo en que hace convivir la luz y la oscuridad convirtiéndola en obra. Hay una peli, (un docu ficción como se le llama) que solía mostrar en las residencias en el monte y a la cual regreso de vez en cuando: 20.000 días en la tierra dirigida por Iain Forsyth y Jane Pollard
La primera vez que la ví, guardé este fotograma
En el ´96 tocaron en Buenos Aires y fui a verlos. Saqué fila 3 y fui sola. Necesitaba estar cerca, tener cierta intimidad. Mis amigos fueron también, pero estaban atrás, en algún otro sitio. Luego de muchos años, supe que mira al público a los ojos mientras canta y lo hace por varios minutos, lo cual es algo extraño. Cuando eso me ocurrió aquel día, no supe bien si era producto de mi estado alterado o cuál sería la razón por la cual ese señor me miraba así mientras cantaba. Quedé entre cautivada e inquieta por aquella sorpresiva mirada. Ahora sé que es una “técnica” que utiliza para conectar a otro nivel (y vaya si funciona) y que es parte de su performance. También sé que antes lo hacía lanzando patadas. Bueno, todos podemos cambiar. Cave es un predicador y el escenario es uno de los espacios donde da forma a sus ideas, donde busca una especie de transformación.
La presencia es materia y la materia siempre atrapa y modifica. Esto que aquí propongo son pistas para llegar a otras materialidades, propias y personales que pueden ir desde sentarte a trabajar en una obra hasta hacer algo que tenías pendiente o llamar a una amiga para conversar.
Siguiendo con las materialidades, Nick además tiene una web de “cosas” (así se llama: Cave Things) y otra donde responde a las cartas con preguntas que le hace la gente. Hay unas cuentas perlas en esos intercambios epistolares.
Recordé un documental “I´m your man” un show que realizan varios músicos, incluido Cave, homenajeando a Leonard Cohen. Su idea de recluirse en un monasterio a pensar y/o crear fue lo que llamó mi atención, no solo hacia su música, sino también hacia sus poemas e historias. Tengo claro que ese monasterio son las residencias que luego realicé. El docu no es wow o simplemente será que ha envejecido y yo también, pero vale la pena para escuchar algunas ideas de Leonard y la versión de Everybody Knows de Rufus y Martha Wainwright que te hace bailar. El final podría incluirse en una de las pelis de Kaurismäki.
Siguiendo la voz de Cohen volví al documental sobre El libro tibetano de los muertos. Un viaje extraordinario dentro de una cultura extraordinaria con una voz en off, también extraordinaria. Lois Patiño evidentemente también se vio conmovido por estas ideas. Su última película, “Samsara” , trata sobre este viaje, sobre la idea del Bardo Thodol. Aún no la vi pero asumo que será pura belleza. Luego te cuento.
Una espiritualidad –o una religiosidad como más le gusta llamar a Cave– sobrevuela todas estas piezas. Tal vez las menciono ahora porque las considero necesarias o porque siempre he creído que su existencia anida en toda creación auténtica y sincera.
Cierro aquí con el último tema publicado por Cohen.
Buena semana.