Cada tanto, Instagram me recuerda las imágenes de años anteriores. Un día llegué a mi primera publicación, 11 años atrás. Madre mía, cuánto tiempo!! Fue inevitable hacer un pequeño recorrido.
En las primeras publicaciones sobrevuela un aura inocente; desconocíamos su finalidad. Hay ausencia de likes y comentarios, ni siquiera escribía copys; nada de eso importaba. Luego viene un período espontáneo y muy lindo, con mucha interacción y charlas entre amigas y desconocidas por igual. Me gustan esas imágenes y las cosas que se dicen.
Tiempo después, intenté que mi perfil funcionara como un portfolio –como hicimos muchas de nosotras– pero no soy tan ordenada y sistemática ni me interesa serlo dentro de una plataforma, así que eso no prosperó ni me motivó. Traté de volver a ser espontánea, pero ya todo había cambiado hacia el consumo, la venta y el contenido de valor (!!!). Naufragué allí, y debo confesar que lo hice con gusto.
Ya, en los últimos meses, he notado una interacción entre la pereza y la obligación de decir algo para no desaparecer del universo del algoritmo. Siento que el clima es forzado y algo aburrido. Esta relación se va a pique, pienso. Necesito un tiempo. Necesitamos un tiempo. Unas vacaciones.
De modo paralelo, he conocido a muchas personas interesantes e incluso, he hecho amigas o entablado un vínculo profesional. Como es de esperar en toda pareja que lleva una década de relación, también tiene sus cosas buenas. El problema es cuando esas cosas buenas se instalan en el pasado y son solo recuerdos.
En fin, todo esto para decir que este verano me quedo por aquí, en este espacio sin prisas al que siempre podemos regresar de igual manera. Y que dejaré mi cuenta personal en reposo.
Pensar los “para qué” de las cosas, el uso que le otorgamos al tiempo y cómo distribuimos nuestra energía es la tarea que nos toca. Hace tiempo que dejó de ser solitaria para convertirse en colectiva. Como escuché decir a Cristina Fallarás: una sola piensa poco o piensa mucho pero, pensar juntas presupone pensar mejor.
A modo de homenaje a esta relación rescataré algunos posts que hice con amor para convertirlos en pequeños fanzines. Sí, es un vicio que tengo y que, por suerte, ahora comparto con Carol Galiñanes y annitaklimt.
Este vicio, que también es amor y pasión, desembocó en Non Finito, una propuesta editorial y colaborativa que acabamos de crear. Hay mucha ilusión y trabajo puestos allí. Espero realmente que la materialidad nos encuentre y que el diálogo regrese a través de la atención hacia nuestros proyectos; que el apoyo no sea solo compartir en stories, sino dedicarnos tiempo a mirarnos, reflexionar y crear juntas. Contigo, parte de esto ya sucede, así que lo que también deseo es que nuestras publicaciones realmente te gusten y las disfrutes, que te inspiren y motiven.
Actualmente estamos desarrollando nuestra web y todo lo que presentaremos luego del verano mientras tanto si quieres ponerte en contacto con nosotras, saber más o suscribirte a nuestra (futura) lista de correos puedes escribirnos directamente a nonfinitoediciones@gmail.com y también, –claro que sí– nos puedes seguir en …. Instagram!
Que tengas un lindo sábado.
Y gracias por estar del otro lado.