Aún no sé cuáles serán mis deseos ni objetivos para el próximo año. Siento que quedé atrapada en el verano, como si estos últimos meses hubieran pasado tan de prisa que no logré detenerme a procesarlos. Ando un poco perdida en el tiempo, pero con muchas ganas de escribir, compartir lo que he estado pensando y diseñando, y sobre todo, de reunirnos para festejar y a hacer cosas. La energía del verano sigue viva en mi interior, como si mis células desorientadas aún aguardaran un enero de sol y playa.
He buscado las fotos de la exposición de Louise Bourgeois que tomé en 2011 y no doy con ellas. A cambio me crucé con muchas otras cosas que desviaron fácilmente mi atención.
Me parece justo compartir y celebrar los buenos momentos que pueden surgir de los estados melancólicos. Siempre he sentido que, desde allí, nace la posibilidad de aferrarse con más fuerza a la vida. El impulso creativo y la búsqueda de sentido tienen la capacidad de transformar y entrelazar los acontecimientos, otorgando nuevas formas y significados.

Alejada del revisionismo, paseo por mi archivo proyectado hacia el futuro. Al encontrarme con cientos de fotos, apuntes para clases y textos que solía tipear para separarlos del libro y darles su autonomía, he rescatado recuerdos que hoy cobran nuevas dimensiones.
John Berger escribe (debiera decir escribía?) de un modo con el que siempre me he sentido tocada, sus palabras dieron forma a muchos de mis pensamientos, al igual que lo hizo Marta Zátonyi. Una vez le dije a Marta que me los imaginaba tomando un café y conversando ideas. Tenían “modos de ver” (guiño) similares. Estoy segura de que en otra línea espacial lo han hecho.
Con Marta hablábamos mucho y de todo un poco. Podíamos derivar hacia cosas insólitas, como imaginar a quién acudiría Aristóteles si le dolía una muela, hablar sobre la última pintura de Van Gogh –cuando aún no era conocida como la “última”– o sobre la inquietante fascinación del fascismo, siguiendo el ensayo de Susan Sontag. Una tarde, cuando fui a visitarla y ambas sabíamos que podría ser la última, en medio de nuestra charla un poco entrecortada, me dijo: Lu, lo más importante es el amor. El buen amor. Sé que no se refería al amor de pareja sino a la idea de Amor, cuya raíz se asocia a madre o cuidado. El amor como cuidado: hacia una misma, hacia los demás y hacia las cosas. Ese es el origen.
Por eso, cuando me crucé con este relato de Berger, volvió sobre mí la emoción de aquella primera lectura y renovó mi asombro al poder hacer hoy más conexiones. Los Grandes tienen ese poder: extenderse hacia el futuro y perdurar, mientras nos inspiran a nosotras, pequeñas mortales, para seguir explorando y creando.
Ya mencioné que no tenía objetivos claros para el próximo año, pero mientras escribía, surgió un deseo: que el asombro brote libremente y sea una invitación hacia el futuro.
Gracias por compartir conmigo estos ratos y, si te tomas tu tiempo para leer el texto de Berger –en el enlace más arriba–, espero que lo disfrutes tanto como yo.
En otro orden de cosas pero vinculadas, comparto el catálogo con las obras de Desire to Live, por si te apetece descubrir a las artistas que participan o enamorarte de alguna obra.
También tenemos disponible el catálogo actualizado de non finito, una opción ideal si estás buscando un regalo diferente ;)
Los martes 14 , 21 y 28 de enero, por las tardes y por Zoom, daré un taller especialmente dedicado a la fotografía y la escritura para el espacio Grieta. Si quieres comenzar el 2025 a toda inspiración, esta es una buena oportunidad.
Hasta la próxima! , y buen fin de semana.
ahora leí el texto de J Berger...hermoso y verdadero❤️
que se cumplan tus deseos aún cuando vos o ellos todavía no se sepan tuyos🤪😍🥰